Las coplas de Martirio & Chano Domínguez
Pestanyes primàries
En 1997 Martirio y Chano Domínguez editaron Coplas de Madrugá, sin lugar a dudas un disco que no pasó desapercibido y que se ha convertido en una referencia. Supuso una renovación para la copla incorporando el jazz y la enorme personalidad y estilo de Martirio y Chano Domínguez. En 2004 volvieron a repetir la experiencia, esta vez con Big band y orquesta con un álbum que se llamó Acoplados. Incomprensiblemente, estos dos trabajos que deberían estar junto a las grandes obras maestras de la historia de la música se encontraban descatalogados. Ahora, se han reeditado en un doble compacto, Las coplas de Martirio y Chano Domínguez (Karonte, 2013). A propósito de esta reedición tuve la oportunidad de charlar con Martirio y Chano Domínguez. Martirio, Maribel, desprendía entusiasmo y cariño durante toda la conversación, mientras Chano puntualizaba aspectos más técnicos y musicales.
Antes de colaborar con Chano, Martirio ya había realizado algunas incursiones en la copla.
A mi de siempre me había interesado la canción española en general. No obstante, era un género muy denostado y maltratado por cuestiones ajenas a este o por cualquier otro motivo, como si se sintiera vergüenza de un repertorio que está ahí y que tiene mucho interés y riqueza. Por mi parte, en Cristalitos machacaos (1989) y La Bola de la vida del amor (1991) hice mis incursiones en la copla. Siempre con respeto y manteniendo la esencia, pero dándole un toque más personal. Sin quererlo buscaba un lenguaje más actual, vinculado a la fusión.
Y de repente llegó Chano y disteis forma a Coplas de madrugá.
Chano me mostró “El toro y la luna”, Chano (1993). Yo estaba en mi casa escuchando “My Man” de Billie Holliday. Y por qué no podían converger el flamenco, el jazz y la canción española? Vimos que el jazz y la copla podían encajar. De hecho la estructura tiene ciertos parecidos, como se pasa de un tiempo a otro, los melismas... Así que tomando como referencia el repertorio clásico de copla nos pusimos manos a la obra.
Volver a moldear coplas que tienen un patrón y una imagen muy marcada no debería ser una tarea fácil. Además os enfrentabais a un género que hasta el momento estaba muy encorsetado.
Fue un trabajo muy duro y realizado en condiciones difíciles, lo que pasa es que cuando estás convencido de algo sales adelante. Nos reunimos en Cádiz, en el garaje de casa de Chano, encogidos por el frío y metidos en una burbuja escuchando copla, trabajando y dando forma a todo el repertorio. Recuerdo que cogí hasta tortícolis. Fueron unas semanas muy intensas. Encima nos encontramos con que costó mucho de que lo editasen. Suerte que apareció Borja Casani y dijo que aquello podía encajar en una nueva colección de disco-libros que estaba haciendo.
De hecho la edición que hizo Casani dentro de la colección El Europeo es una delicia y se ha convertido en una pieza de coleccionista, tanto por el contenido musical como por el excelente libro que ilustra todo tu trabajo, ideas, imágenes, sueños... Pero volviendo al aspecto musical, qué incorporasteis o cambiasteis para acabar construyendo un disco que ya es toda una referencia para todo el que se quiera acercar al repertorio que formó Coplas de madrugá.
Tomando la base de que eran composiciones ya de por si muy potentes le dimos un aire nuevo. Por ejemplo, canciones como “La bien pagá” o “Torre de Arena” tienen matices del blues. Así construimos todo el repertorio, partiendo de la base del tema e incorporando giros del jazz, el flamenco... A parte, nuestra manera de interpretar, en la que cada uno buscábamos un lenguaje propio dieron como resultado un trabajo del que estamos muy orgullosos. Dimos una visión nueva y renovada a la copla que propició que mucha gente que nunca se había acercado al género o que bien por juventud nunca lo había vivido se lo hicieran suyo, sin ningún tipo de estereotipos. Es por eso que me siento muy feliz que tanto Coplas de Madrugá como Acoplados hayan sido reeditados para todo el que quiera escuchar, consultar o disfrutar de estas canciones.
Uno de los temas que más me llama la atención por su atrevimiento y por su originalidad es el martinete que cierra Coplas de madrugá.
El “Martinete a Don Juan” tiene miga. Yo por aquel entonces acababa de hacer una versión feminista de Don Juan en la que cantaba el martinete que sale en el disco. Lo curioso es que yo cuando lo interpretaba y cuando se lo canté a Chano, que además resulta que solo hicimos una prueba y fue la que dejamos, me imaginaba a Tía Anica la Piriñaca en lo alto de un monte, muy vieja, con un sol alto que le golpeaba en la cara. Era una sensación que tenía siempre que lo cantaba. Así fue como se lo canté a Chano y lo grabamos tal cuál, en su casa.
El acompañamiento del piano también es toda una declaración de intenciones, hecha con respeto y dando una sonoridad y un resultado precioso.
Tiene algo de experimental, incluso de mantra. Puede recordar a un instrumento como el salterio. Cree un juego entre golpear las cuerdas del piano con un lápiz y matizarlo todo con el tercer pedal del piano, nota si, nota no, y de ahí esa sonoridad tan especial con los armónicos.
En 2004 os volvisteis a encontrar para dar forma a Acoplados. Si en Coplas de Madrugá la voz de Martirio era respaldada por el piano de Chano Domínguez y su trío, en Acoplados os acompañó una big band y una orquesta.
Fue un trabajo muy diferente, pero muy enriquecedor para mi. Aprendí a cantar de otra manera. Cantar respaldada por un trío y de repente verte envuelta por una big band era una sensación muy diferente, nueva, rica... En el aspecto musical fue un trabajo mucho más estructural, en el que por supuesto tuvieron mucho que ver Roque Baños, Luis Vidal y Carles Casses que se encargaron de los arreglos para la orquesta y la big band. Además se podría decir que la grabación se hizo prácticamente en directo.