Maverick, Jordi Sabatés
Pestanyes primàries
Meses atrás recibí la llamada de Jordi Sabatés. Se trataba de una llamada de aquellas que te alegran el día. El maestro había terminado de grabar un disco que llevaría por título Maverick (Picap, 2016). Me invitaba a su casa para hacer una audición conjunta y que le expresara mi opinión. Para rematar, ante mi estupefacción y alegría me preguntaba si quería encargarme de hacer el escrito interior que acompañaría el CD. En la audición conjunta dije que sí sin vacilar pero le comenté si no era mejor encargarlo a alguien con más conocimiento y pedigrí mediático. Sabatés me contestó que le hacía ilusión que lo hiciera yo dejándome desarmado ante la idea de que introducir unas notas al CD era un trabajo que posiblemente me iba grande.
Llegado el día, me presento en casa del autor de Ocells del més enllà, escuchamos el disco de arriba abajo, formado por 19 temas, mientras Jordi me va dando algunas impresiones, ideas, puntualizaciones, alrededor de todo lo que vamos escuchando. Yo me siento un privilegiado en ese momento pero estoy aterrado ante el reto que me espera. Hay dos motivos básicos que me asustan. El primero ya viene de antes de hacer la audición y se trata del hecho de presentar una obra de Jordi Sabatés. Objetivamente uno de los pianistas y artistas más completos y reconocidos internacionalmente en nuestro país. Más de 20 discos en solitario con multitud de premios y reconocimientos, así como decenas de trabajos en colaboración con otros artistas que ya forman parte de la historia de la música del siglo XX como Vampyria con Tete Montoliu, Dioptria con Pau Riba, Jordi Sabatés i Toti Soler o Solos i duets con Santi Arisa, por citar algunos. Aparte de este hecho curricular otro escollo que me echaba atrás para hacer las notas era el hecho de que yo soy un gran fan y seguidor de la obra de Jordi Sabatés, tengo todos sus trabajos y colaboraciones y conozco todos los detalles y matices hasta el punto de que soy capaz de escuchar los primeros diez segundos de cualquiera de los cientos de temas que ha grabado y acertar el título del tema en un 90% de los casos. Esto que por un lado puede ser bueno, por el otro te puede llevar a perderte ante demasiada información, a colapsarte o simplemente perder el punto de vista del trabajo concreto. A pesar de la tentación a huir de este trabajo y ante su generosidad al hacerme el encargo terminé aceptando. Una vez terminada la audición y ya situado mentalmente ante aquel encargo vinieron 16 días en los que la única música que escuché fue la de Maverick. Lo escuchaba dos o tres veces al día, libreta en mano, intentando captar todo lo que sentía y enlazándolo con todo lo que me había explicado Jordi y estableciendo conexiones con el resto de su obra. Cuando no escuchaba el disco igualmente sonaba en mi cabeza y de vez en cuando me venía alguna idea que anotaba en la libreta. Fueron dieciséis días completamente volcado en el Maverick hasta que vi que ya me tocaba poner orden en todas las notas y hilar la escritura final.
Musicalmente Maverick es un disco completísimo que abarca toda una gran variedad de estilos como el blues, el ragtime, el funky, la habanera... Todo desde la soledad y la desnudez del piano con el que Jordi Sabatés despliega todo su conocimiento, sensibilidad y amor hacia este instrumento. Los colores y los matices pianísticos están presentes y nos llegan y nos atrapan en una especie de magia y sortilegio muy especial. En parte, este Maverick también tiene otro rasgo que destacaba antes cuando explicaba que en él, Sabatés despliega todo su conocimiento y vacía todo su interior, y es que depende de como se escuche puede parecer un testamento musical, así de contundente.
Cuando me puse a ordenar todas las notas y empecé a escribir vi que la clave para empezar me la daba el mismo título del disco, Maverick. Sabatés había dado en la diana con este título, ya que yendo al grano y sin hacer historia maverick es un término que se utiliza cuando se habla de personas que se apartan de lo convencional, con iniciativa, independencia y muy difíciles de situar en una etiqueta concreta. A partir de este término fui construyendo el relato.
Cuando lo terminé me quedó esa sensación tan desesperante de no haber acabado de captar ni resumir todo aquel mar de música y sentimientos que surgían de los 19 cortes del CD. Y sigo pensando en la incertidumbre de haber estado a un nivel de suficiente ante la excelencia de este Maverick. La duda que las notas estén a la altura de la música me sigue asaltando. La única cosa que me tranquiliza es que Jordi Sabatés se mostró agradecido, contento, y no hizo ninguna enmienda. Como mínimo la inquietud y la inseguridad han quedado escondidas ante la aprobación del maestro.