Donovan, mito y leyenda en el Mud

  • Posted on: 14 March 2017
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El Músiques Disperses se ha consolidado como una de las fechas anuales imprescindibles. Una de las grandes virtudes es haber logrado situar Lleida en el mapa de este tipo de eventos donde al menos una vez al año muchos sentimos la necesidad de acercarnos a la ciudad. El acierto de este festival es una programación de calidad en un formato cercano e íntimo que hacen del Mud una delicatessen. La proximidad con el artista y la propuesta de pequeño formato conforman una rareza muy elogiable en la que el público se siente cómodo y partícipe de lo que ocurre en el escenario. Una curiosidad que también conserva el Mud es disfrutar de un escenario sobrio, sin un fondo embadurnado por alguna de las marcas cerveceras de turno que muchas veces estorban y molestan la visión de lo que pasa encima de la tarima donde a veces no sabes si estás viendo al artista o un acto promocional de la marca en cuestión.
En el Mud todo fluye diferente y las propuestas suelen ser nuevas pero también clásicas, curiosas y sobre todo de calidad. Y a ello se añade alguna sorpresa en el cartel que te puede llegar a dejar boquiabierto.
En esta edición el Mud se sacó de la manga un cabeza de cartel histórico, referencial, original, impactante y sorprendente, Donovan. Se pueden contar con los dedos de una mano las veces que Donovan ha ofrecido un concierto en nuestro país. Tanto es así, que al principio a algunos nos costó creer que Donovan aterrizara en el Mud. Que un festival como el Mud haya conseguido llevar en exclusiva a Donovan sin que éste estuviera de gira ni pasara por capitales como Barcelona o Madrid resulta de un mérito extraordinario y dice mucho a favor del trabajo que habrá hecho Antoni Gorgues, responsable del Mud.

Ver a Donovan en un recital de domingo tarde en un espacio tan familiar y acogedor como el Café del Teatre es un privilegio que muchos no hubiéramos llegado ni a soñar. Para destacar también es el hecho de que con las entradas agotadas desde hacía varios días, y ante la avalancha de peticiones, la organización no se decantara para acabar haciendo el recital en un auditorio o teatro. Seguramente también hubieran llenado y obtenido una buena caja, pero hubiera perdido aquella familiaridad y proximidad que han hecho del Mud un festival tan especial. En este aspecto fue muy acertado no dejarse llevar por la bola de nieve.
Finalmente, este pasado domingo por la tarde, con un Cafè del Teatre en el que no cabía ni un alfiler, apareció Donovan. Antes de él pudimos disfrutar de la elegante propuesta de inspiración anglofolk que nos proponían Cálido Home. Una vez terminaron se desmontó el escenario y se preparó para la entrada de Donovan. Una almohada en el centro del escenario con una especie de tela blanca peluda donde descansaba la guitarra acústica. Donovan apareció descalzo, saludando efusivamente, contento, muy generoso. Se sentó con las piernas cruzadas y fue desgranando los temas más emblemáticos de su primera discografía. Aquellas canciones que en su día le situaron como un referente imprescindible en la historia de la música popular inglesa y después mundial. Abrió el recital explicando y reivindicando su origen escocés para hacer entrar canciones como "Jennifer Juniper", que aquí los que no somos contemporáneos, escuchamos por primera vez en la versión catalana de La Pataqueta de Manel Joseph. Donovan hacía participar al público, estableciendo complicidad. Nos animaba invitándonos a dar palmas y poco a poco se nos iba poniendo a todos en el bolsillo en una especie de espectáculo en el que acababas no sabiendo si era el suyo o el nuestro. Y de reivindicar su Escocia, las conexiones con Galicia para llegar a esos momentos mágicos que vivió en primera persona en la década de los sesenta con compañeros como los Beatles, Who, Rolling Stones y un largo etcétera. Contándonos todo lo que había vivido y descubierto a través de todo lo que estaba pasando y que etiquetó como la "revolución bohemia". Logró crear un clima muy especial, lisérgico, soñado, en el que por momentos tenías la sensación de trasladarte a aquellos años, como si te encontraras allí compartiendo aquellas melodías y canciones que fue recitando. Aparte de la ya citada "Jennifer Juniper", nos ofreció otras joyas como "Colours" o nos asustamos a través de la vigencia que aún tiene un tema como "Universal Soldier". Y de allí a "Sunshine superman"o "Donna, Donna" que siempre nos lleva a Joan Baez. Y así fue soltando todo aquel repertorio con otros temas como el imnòtica "Season of the Witch".
La grandeza de Donovan fue que con un estilo sencillo y sincero basado en ese viaje a los sesenta que nos presentó en solitario, descalzo y con el único acompañamiento de su estilo básico de guitarra, tuvimos la sensación de estar con un amigo de toda la vida que nos abría las puertas de su mundo, conscientes de que estábamos viviendo un tarde irrepetible. Y esta sensación y estos momentos sólo los pueden conseguir grandes como Donovan.