Una imagen vale más que mil palabras. La fotografía lo dice todo. Arthur Kaps marchando enfadado y Xavier Cugat mirándolo de reojo, sin arrugarse.
Principios de los años sesenta, Cugat recibe una invitación de Televisión Española porque quieren hacer un programa íntegramente sobre él. Cugat acepta y junta una formación con lo mejor de Barcelona para hacer frente al espectáculo, un espectáculo donde no falta su inseparable Abbe Lane.
En los estudios de Miramar de Barcelona todo está preparado. Empiezan las pruebas de cámara. El director del programa es Arthur Kaps, el hombre que marcaría una época en la historia de TVE.
Comienza la grabación del programa, Cugat dirige la orquesta con su estilo inconfundible, con una sonrisa en los labios, acompañando la orquesta, moviéndose, haciendo aquellas coreografías de director tan particulares. De repente, Arthur Kaps hace parar la grabación, se acerca a Cugat y le dice que no se mueva de esa manera, que lo haga diferente, que debe entrar en plano y así no sale bien. Cugat lo mira con la mosca en la nariz. Vuelven a empezar, Cugat sigue como si nada hubiera escuchado. De hecho, actúa de manera natural, a su estilo. No ha pasado ni un minuto cuando Kaps vuelve a hacer parar la grabación. Se acerca a Cugat y le dice:
No se puede mover de esta manera, debe estar quieto en este espacio.
Cugat, enfadado, responde:
- Usted me dirá a mí como me tengo que poner? A mí! Yo que he inaugurado la televsió americana y he viajado por todo el mundo! He actuado en películas con grandes directores y nunca nadie me ha dicho nada, salvo que sea yo mismo. Y ahora usted me quiere poner quieto en un rincón. Ni pensarlo!

A partir de aquí, la imagen habla por si sola, Kaps marcha enfadado. Lo que pasaría después fue lo más previsible. El mismo Cugat lo tenía claro. De hecho dijo a los músicos que fueran recogiendo, que aquel programa no se haría. Eso sí, les avisó que no sufrieran, que cobrarían. Kaps hizo su llamada a Madrid y la grabación del especial sobre Xavier Cugat se suspendió. Un regidor se lo comunicó a Cugat. Cugat, se giró hacia la orquesta y les repitió:
- Qué les había dicho? No hay programa. Podemos recoger.

No se grabó el programa. Sin embargo, los músicos cobraron.