Gabarró, el violonchelo de los Beatles

  • Posted on: 18 July 2020
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Ya hace bastante tiempo que sabíamos que un violonchelista catalán había formado parte en las sesiones de grabación de los Beatles. Pero todo era muy confuso, subterráneo, casi clandestino, aparecido en la letra pequeña y escondida de la historia de la música, en los márgenes de textos especializados donde aparecía el nombre de Francisco Gabarró. Pero quién era ese Gabarró? ¿Qué había hecho? Faltaba un estudio y acercamiento a la figura difusa de un catalán al que habíamos perdido la pista y que la historia había olvidado. Por fin, esta carencia se ha restituido gracias a un autor inglés, Simon Berrill, que acaba de publicar Francisco Gabarró (1914-1990) Un músico entre dos mundos (Editorial Arpegio) traducido por Miquel Bernadó. Gracias a Simon Berrill, que ha llevado a cabo un trabajo de investigación de años entre hemerotecas, entrevistas a familiares, músicos y amigos, podemos seguir toda la vida de Francisco Gabarró, el "Franciscu", tal y como lo llamaban de pequeño. El libro és una obra exquisita hecha con mucho rigor y sinceridad, sin peloteos y con un tono directo que sólo un autor inglés podía llevar a cabo. Berrill nos narra los hechos poniéndolos en contexto, sin entrar a valorar ni aleccionar. Nos describe momentos complejos de la vida de Gabarró que podía haber maquillado, como el fin de la relación con Pau Casals o los problemas familiares ocasionados por las infidelidades. Lo hace con total transparencia, sin soltar ni una sola opinión, sin encubrir ni justificar al protagonista. Berrill también nos narra momentos emotivos en boca del hijo, Peter Gabarró, cuando recuerda como su padre en el sofá de casa se hartó de llorar mirando el discurso de Pau Casals en la ONU. Y lo hace sin poner azúcar, narrando los hechos tal como ocurrieron, dejando que el azúcar o la sal lo ponga el lector.

Francisco Gabarró (Fotografia cortesia d'Editorial Arpegio)

Francisco Gabarró nació en Verdú y pasó toda su infancia en Sabadell hasta que se trasladó a Barcelona para poder seguir las clases del maestro Pau Casals. Todo parecía ir sobre ruedas pero el estallido de la guerra civil hizo que Gabarró dejara Barcelona para siempre y desde entonces sólo vendría para visitar la familia o pasar las vacaciones. Esta marcha, esta ruptura, el no retorno, son los que de alguna manera han provocado que su vida fuera olvidada.
La carrera de Francisco Gabarró como músico profesional arranca en del mundo del jazz, concretamente tocando el trombón en la orquesta del Hot Club de Barcelona, ​​formación que ha quedado para la historia y que participó en los míticos conciertos de enero de 1936 en el cine Coliseum acompañando a Benny Carter y compartiendo cartel con el legendario quinteto del Hot Club de Francia integrado por el guitarrista Django Reinhardt y el violinista Stephane Grapelli. Velada que se repetiría días después en el Palau de la Música Catalana. Pero al estalla la guerra, Francisco Gabarró tmarchó de gira por Europa como integrante de la orquesta de Francisco Casanovas. Por cierto, llegados a este punto conviene hacer una reivindicación de la figura de Casanovas (1899-1986). Es necesario un acercamiento a su persona, es necesaria una biografía de un señor muy desconocido en nuestro país, olvidado y que terminó sus días en Torrevieja donde tiene un auditorio a su nombre. Casanovas fue una leyenda en toda Europa con su orquesta y en la India antes de la independencia de los ingleses un músico de referencia al que incluso se atribuye la autoría de parte del himno Nacional de la India. Pero dejemos Casanovas y volvamos a Gabarró que ya instalado en la India empezaría hacerse un nombre con su instrumento natural, el violonchelo. En la India, Gabarró se convierte en un concertista clásico en pequeñas formaciones y grandes orquestas y las crónicas hablan de él como un músico en mayúsculas con una gran capacidad de emocionar e impresionar.
Pero es en Londres donde Gabarró se convierte en el músico de leyenda que hasta ahora sólo sospechábamos que había existido. Un Londres devastado por las bombas al que Gabarró llega en 1947. Y su carrera comienza a hacer un giro cuando pasa las pruebas para entrar en la Orquesta Sinfónica de Londres (LSO) y de ahí a trabajar en pequeños conjuntos de cuerda en sesiones en la radio de la BBC. Pero a pesar de mantener un ritmo de trabajo alto y disfrutar de prestigio, Gabarró tiene muchas dificultades para llegar a final de mes, a pesar de vivir en una ciudad con tres orquestas funcionando y una enorme afición a la música clásica. Todo da un giro de 360​grados cuando a finales de los años cincuenta y primeros sesenta los estudios de grabación comienzan a reclamar músicos de orquesta para grabar música de películas. Y es aquí donde podemos escuchar el violonchelo de Gabarró integrado en las orquestas que grabaron la música de las primeras películas de James Bond como El agente 007 contra el Dr. No, Desde Rusia con amor o Goldfinger, entre otras. Gabarró también interviene en otros bandas sonoras como la superproducción Los cañones de Navarone a las órdenes de Dimitri Tiomkin que entonces ya era una de las grandes figuras de las bandas sonoras para películas. A través del testimonio de Gabarró y sus compañeros descubrimos que todo se hacía con bastante prisa, de un tirón, a vista, sin estudiar la partitura previamente y por parte de los músicos con la única intención de cobrar. Sorprende observar cómo Gabarró y sus compañeros hacían estas grabaciones sin darle ninguna importancia, las consideraban algo menor.

Francisco Gabarró dirigit per Malcom Sargent (cortesia d'Editorial Arpegio)

De toda esta serie de grabaciones ya sea para películas o para discos de artistas, una de las pocas que Gabarró estaba contento de haber participado es la que realizó con Frank Sinatra. Sinatra se había trasladado a Londres para llevar a cabo la única grabación de estudio que hizo fuera de los Estados Unidos y que es toda una curiosidad en su extensa discografía, Great songs from Great Britain.
Ahora bien, el gran momento de trabajo de estudio de Gabarró fue lo que hizo junto a los Beatles. Aquí pero tenemos que hacer un serie de aclaraciones que el libro expone muy bien. De entrada, en el momento que Gabarró trabajó con los Beatles no dio ninguna importancia y lo hizo por un tema económico. Es más, como músico formado en el clásico tenía cierto desprecio hacia el pop y la música popular. Este es un tema de debate interesante donde también se expone la diferencia entre la concepción de la música de un artista formado en el clásico y los músicos sin formación y de raíz popular. Y este distanciamiento e incluso mirada altiva por parte del músico con formación clásica es muy evidente durante el trabajo junto a los Beatles. En cualquier caso, aunque Gabarró lo hizo por dinero, y como decíamos no le dio ninguna importancia, seguramente es la grabación suya que ha pasado más a la historia, la primera que hizo con los Beatles, más concretamente con Paul McCartney, con un tema que marcaría un antes y un después en el cuarteto de Liverpool y la historia de la música popular, una de las canciones más versionadas de todos los tiempos: «Yesterday». Cuando George Martin convenció a McCartney que había que poner un cuarteto de cuerda, el violonchelo fue ejecutado por Gabarró. El arreglo que interpreta Gabarró entra después que McCartney cante aquello de "She would not say", el segundo puente de la pieza, en el que destaca la voz del violonchelo con la llamada nota "blue". En el libro todo lo que pasó alrededor de esta grabación está explicado magistralmente. A los lectores nos sorprende cuando el hijo de Gabarró explica que para su padre la grabación con los Beatles significó lo mismo que si le hubieran avisado para grabar un anuncio de televisión. También destaca cuando días después en la cafetería de los estudios Abbey Road McCartney se encontró con Gabarró y muy contento le dijo que con aquella canción tendrían mucho éxito, a lo que el violonchelista le respondió de manera irónica: " muy bien, te felicito ".
A partir de finales de los años setenta la carrera de Francisco Gabarró empezaría a entrar en decadencia, pero no sólo la suya sino la de la mayoría de músicos, un oficio que poco a poco iría a menos. En la parte final del libro, Simon Berrill muestra muy bien este problema. Lo hace a partir de la aparición del sintetizador que poco a poco comienza a desplazar los músicos de carne y hueso. Y aquí hay una evidencia, el final del oficio de músico. ¿Quién podía imaginar que décadas después violines, cellos, oboes, trompas, ... habrían desaparecido del todo (con excepciones) de la música comercial y popular? Aquí podemos incluir otro debate. A día de hoy casi toda la música comercial / popular ya es "industrial": una cantante en un escenario haciendo piruetas y rodeada de otros bailarines, un fondo de acompañamiento hecho por música electrónica. Ningún rastro de músicos reales formando una pequeña orquesta, sospechas más que razonables que la cantante no canta sino que lo hace ver (playback) o utiliza el autotune. Miles de móviles intentando sacar una foto de la idolatrada estrella. El paso siguiente lo tenemos cerca, en Japón ya es realidad: la cantante "mono" no es real, es un holograma!
Pero volvamos al libro, disfrutemos leyendo la vida y obra de un músico en mayúsculas y la música que se hacía en su tiempo, cuando hacer de músico era un oficio.