Babel, Max Sunyer
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Max Sunyer ha formado parte de grupos referenciales del panorama internacional como Pegasus o Iceberg, y ha grabado y trabajado en multitud de proyectos de artistas que han querido que su guitarra estuviera presente. Con el fin de enmarcar a Max Sunyer en la base de su personalidad musical debemos situartnos en el disco Babel (Bocaccio, 1978), que es su disco de debut en solitario, un disco de transición, un trabajo que marca un antes y un después en su carrera y que de alguna manera consolida y apuntala su personalidad musical. Un disco que además aparece en un momento muy concreto, en el que Max Sunyer cabalga entre dos mundos. La aparición de este álbum coincide con el final de una de las grandes bandas del rock progresivo, Iceberg, el grupo en el que militaba Max junto a Kitflus, Colomer y Primi. Como decíamos era un grupo que ya estaba en las postrimerías entre otras cosas porque Sunyer y Kitflus tenían otras inquietudes y como creadores habían evolucionado hacia otra manera de hacer música. De hecho en Babel, colabora Kitflus y el batería es Santi Arisa. Claro, estos tres instrumentistas serían los que muy poco tiempo después fundarían el grupo Pegasus, otra banda de referencia. Por eso queda muy claro el punto de inflexión que es Babel en la vida de Max Sunyer: inicio en solitario, cierre de una etapa anterior con Iceberg y la apertura de una nueva etapa con Pegasus.
Que no se nos escape que cuando Sunyer debuta en solitario con Babel, ya era un guitarrista con una amplia trayectoria. Formaba parte del grupo Iceberg, un grupo de referencia del rock progresivo, pero no sólo eso, anteriormente había formado parte de Tapiman, un power trío liderado por el batería Tapi. Y anteriormente había estado en las filas de Vértice, un grupo liderado por el carismático cantante Jordi Querol en el que Max Sunyer se destaparía como uno de los grandes de la guitarra blues-rock. Pero volvamos a Babel, insistimos en este punto de inflexión que representa este disco. Sólo repasando el conjunto de piezas instrumentales que encontramos, un total de 5, nos damos cuenta que recogen lo mejor del bagaje de Max Sunyer y muestran el que a partir de entonces será su ADN guitarrístico. La pieza que abre el disco, lleva por título «Autopista» y seguramente es la que más suena a Iceberg. Tiene ese sabor contundente y vibrante de Iceberg pero ya varía hacia un espacio más mediterráneo, con un mar más calmado. Esta podría ser una pieza que de alguna manera simboliza el final de etapa de Iceberg. A continuación nos encontramos con una versión de "In a silent way" que simboliza este acercamiento al jazz eléctrico. Pero prestemos atención a la pieza número 3, «Reflexions». Se trata de una pieza que recoge todo el bagaje de Max Sunyer y en la que ya encontramos definida su personalidad musical, ligada a la mediterránea, a la tradición y a la tierra, y más concretamente a Catalunya. El inicio de un lenguaje propio que parte de todas estas variantes. «Refexions» contiene este vínculo con la tradición en la que Sunyer se inspira en una melodía popular catalana para construir un discurso propio, en solitario, en el que finalmente se suma el resto del grupo. «Reflexionss» también recoge una vertiente más desconocida de Max Sunyer, la de estudiante de guitarra clásica a las órdenes del maestro Tarragó, discípulo de Miquel Llovet.
Hemos comentado que en Babel encontramos una versión de «In a silent way» de Joe Zawinul. La otra versión que incluye es «I Believe» de Josep Maria París, que aquí Max Sunyer titula «Jo crec». A Josep Maria París lo podemos considerar el padre de la guitarra eléctrica en el rock de nuestro país, toda una referencia. En 1969, mientras tocaba en Suecia, en medio de la soledad y la nostalgia escribió «I believe». A la vuelta a Barcelona, se encontró con Máquina! en el estudio y se unió a ellos para grabar esta pieza en la que París hace llorar la guitarra sin grandes estridencias. Y volviendo a Josep Maria París, pora ver lo que es y significa Max Sunyer, siempre cuenta que en su etapa en Máquina! fue a actuar en Madrid y completaban el cartel Vértice, el grupo de Max de entonces. Tras la actuación de Vértice, el maestro Josep Maria París se acercó al joven Max Sunyer para decirle que su manera de tocar le había gustado mucho y que la había sorprendido enormemente. No son palabras menores, y menos viniendo de un guitarrista experimentado, sabiendo como son los egos.
Otro dato destacado de Babel, a la vez extensible al resto de la carrera de Max Sunyer, es que el guitarrista siempre se ha sabido rodear de grandes músicos. Gracias a ello, su obra y su discurso se han ampliado y crecido. Ya hemos dicho que en este disco participa como batería Santi Arisa, el teclado está a cargo de Kitflus que ya era compañero en Iceberg. Al bajo está Carles Benavent, un Carles Benavent que en este instante ya se encuentra a caballo entre dos mundos, en un punto de inflexión muy importante. Es el Carles Benavent que ha dejado atrás su etapa en Máquina! y en Música Urbana y que después de esta colaboración en Babel entra en las filas del sexteto de Paco de Lucía. Otro de los grandes músicos de este disco es el percusionista y saxofonista cubano Tito Duarte, hijo de Ernesto Duarte, que había trabajado a las órdenes del bárbaro del ritmo, Benny Moré. Y por último no olvidemos la delicadeza al piano que aporta Álvaro Is. Insistimos que Babel es el disco más importante en cuando a punto de inflexión de Max Sunyer.
Un último detalle curioso de la versión de París que aquí registra Max con el título de «Jo crec», es que dos de los músicos que tocan ya conocían a la perfección la pieza. Carles Benavent se había hartado de interpretarla en su etapa en Màquina!; y Álvaro Is también la había interpretado al lado de su autor en su fugaz paso por Màquina!. Esta versión de Max Sunyer, a diferencia de la original, que tiene un formato más típicamente de rock y el blues, más eléctrico, Sunyer la lleva hacia una estética más suave, mediterránea y con un lenguaje más de jazz. Además, en medio, introduce algunas variantes muy libres y soleadas.