Adéu, estrella del dia, adéu Josep Fortuny

  • Posted on: 1 October 2013
  • By: admin

Poco me hubiera imaginado que aquel abrazo de hasta luego se hubiera convertido en un adiós para siempre. Me despedí de Josep con total normalidad, contento por el trabajo hecho y satisfecho de que mi intervención lo hubiera hecho disfrutar.
El viernes, tres días antes del triste adiós, Josep me había hecho el honor de acompañarlo a la presentación de su libro, El soroll després de Kerouac (Ediciones Els Llums). Acompañados de su editor, Joan Ramon, nos embarcabamos en la visecció de este interesante e inclasificable libro que de alguna manera representa la memoria de la Dharma, la crónica de un tiempo y las inquietudes de su autor. Y por desgracia ha acabado siendo su última obra. Yo estaba contento y sorprendido desde el primer día que Josep se puso en contacto conmigo para llevar a cabo la presentación del libro. Además, era la tercera vez que le presentaba, en Caldes de Montbui, tras pasar por Barcelona y Vic.
A Josep le había entrevistado en varias ocasiones ya fuera para mis trabajos o para otros proyectos ajenos. Hasta entonces podría decir que llegamos a tener una buena relación. Recuerdo que la primera vez que lo entrevisté me sorprendió por el trato cercano y sincero, el tiempo y la amabilidad que me dedicaba. Aquellas conversaciones/entrevistas fueron una buena fuente de aprendizaje en un momento que podía contar con los dedos de la mano los que me abrían las puertas. También era una época donde a pesar de seguir la Dharma y conocer su importancia en el desarrollo de nuestra música no acababa de prestarles la atención. De hecho, podría decirse que entré en el mundo Dharma gracias a Rafael Moll. Hasta entonces, yo todavía iba un poco despistado con el estereotipo que les habían colgado y las críticas indiscriminadas que mucha gente sin ningún conocimiento se atrevía a soltar sin reflexión previa. Muchos años después llegué a la conclusión de que la Dharma padecía el mismo mal que sufre este país, el del rechazo y la crítica gratuita, la queja, el desprecio por los de casa. Una vez escuché un comentario curioso en el que se decía que la Dharma era como el Barça. A pesar de jugar bien, ganar y hacer espectáculo no se valoraba e incluso se echaba por tierra y se criticaba de una manera enfermiza.
Volviendo a Rafael Moll, recuerdo perfectamente cuando me contaba que la Dharma había sabido crear un sonido y una forma de hacer muy original, que a pesar de no ser los músicos más buenos ni más virtuosos, cuando estaban en el escenario desprendían una energía y una fuerza que dejaban al público embrujado por su magia, creando un nivel de conexión entre músicos y público que muy pocos artistas son capaces de lograr. A partir de esa conversación empecé a escuchar la Dharma con los cinco sentidos y me di cuenta que me encontraba ante un grupo en mayúsculas. Partiendo del explosivo L'Oucomballa, uno de mis trabajos favoritos, descubrí la banda que marcó un antes y un después en el panorama de la música de Zeleste, el triunfo y el éxito que consiguieron por toda la Península pasando por el posterior desprecio y la lluvia de latas que años después les caerían por cantar en catalán en Lavapiés y que de alguna manera simbolizaba el fin de míticas frases como " Dharma al poder" o " Viva el sexy saxo de la Dharma ". Entonces vendría el desierto, la fusión con la música de cobla en un trabajo pionero con la Cobla Mediterránea y que de alguna manera se avanzaba 30 años a lo que hoy algunos artistas parecen descubrir. Y a todo esto suma la pérdida de Esteve, abandonar, volver... Aparte de conseguir que el paso del tiempo haya hecho que muchas de sus músicas ya formen parte del imaginario colectivo.
En fin, no es ahora el momento de hacer un resumen sobre la historia de la Dharma, lo que pasa es que no podía evitar referirme a ello, ya que sin duda Josep era la Dharma, o la Dharma era Josep. No se entiende una cosa sin la otra. Él era el batería, el ideólogo, el letrista...
Por mi parte, desde el momento que mediante Aina, editora de ediciones Els Llums, se puso en contacto conmigo para ver si quería participar en la presentación de su libro, siguiendo por las presentaciones que hicimos después, fue creciendo una relación de amistad y de simpatía que de alguna manera me ha llevado a la conclusión de que aparte de tenernos aprecio llegamos a ser amigos. Esto ocurre en contadas ocasiones y es por eso que hoy he sentido tristeza ante su pérdida.