18 Festival Jazz Vic

  • Posted on: 16 May 2016
  • By: admin

Entre el 5 y el 15 de mayo se ha celebrado la 18 edición del Festival de Jazz de Vic. Un total de 14 propuestas repartidas en dos espacios. Por un lado la Jazz Cava y por el otro el escenario que se levanta en la plaza del Carbó situada justo delante de la misma Cava. En la plaza del Carbó las propuestas gratuitas. La Jazz Cava está reservada para la mayor parte de propuestas de pago. El grueso de los conciertos se ha completado con una exposición fotográfica de Dani Álvarez titulada En qué piensan los músicos?, la proyección de una película dentro del ciclo del Cineclub, Whiplash, y una mesa redonda que llevaba por título: Osona. El Liverpool catalán? De todas las propuestas, es evidente que esta parecía entrada con calzador. Sin entrar en el contenido, hay que matizar que por muy interesante que fuera el tema debería haberse programado dentro de algún otro evento y dedicar la mesa redonda del festival a alguna temática relacionada con el jazz.
Si hacíamos un primer vistazo al cartel del Festival había dos propuestas destacadas. En el ámbito nacional Gabriel Amargant, que en formato de quinteto presentaba su último y aclamado trabajo, And Now For Something Completely Different (FSNT, 2015). Una propuesta que en directo evidencía por qué Amargant ha emergido como uno de los grandes artistas del país. En el ámbito internacional el nombre de este Festival era el saxofonista y compositor de los Estados Unidos, Tim Berne, figura contemporánea esencial en el jazz más free y progresivo. En la Cava se presentó con su grupo habitual, Snakeoil, reforzado por el guitarrista eléctrico Ryan Ferreira. El resultado, un directo muy duro y contundente que vale la pena haber visto y donde sobresalía el impecable apoyo de Snakeoil y sobre todo el del clarinetista Oscar Noriega, que aparte de reforzar las composiciones de Berne a veces parecía que se batía en duelo con el saxofonista. La propuesta que Berna ofreció estaba muy trabajada y funcionaba como un engranaje.


A partir de aquí también hubo algunas propuestas curiosas pero menos impactantes, como la que llevó un habitual en la capital de Osona, Agustí Fernández, que junto al reconocido saxofonista Evan Parker y el batería Ivo Sans se presentaron con un proyecto donde se encontraban tres músicos de generaciones diferentes pero que habían trabajado juntos y se conocían a la perfección. El concierto estuvo muy bien pero no sorprendió en exceso.
En el escenario de la plaza del Carbó también se pudieron ver propuestas muy diversas pero que a la vez se escapaban de la filosofía que quiere transmitir el Festival, como el concierto que ofreció Paula Valls, que cabe decir que era interesante y puede ser una gran voz de futuro, pero que en cuanto a programación se acercaba más al pop que no al jazz. Un acierto por parte de los programadores fue el hecho de incluir en el mismo escenario dos propuestas relacionadas con los músicos que estudian en la ciudad. Por un lado, la Mañana de las escuelas de música y por el otro la Big Band EMVIC que la mañana del último domingo ofreció un agradable concierto con temas y estilos que ya son clásicos. Desde Stevie Wonder, pasando por Duke Ellington, Sonny Rollins o Joe Zawinul, por citar algunos.


Lo que no ha acompañado en esta edición ha sido la lluvia, que ha fastidiado la despedida ya que el último de los conciertos programados en la plaza del Carbó, el que ofrecía Santa Diver, se ha tenido que celebrar en el interior de la Cava.
Es toda una satisfacción que un Festival de jazz llegue a la decimoctava edición y que contribuya a que el jazz y la música en general estén presentes en nuestra sociedad. No obstante, también se me abren algunas dudas e interrogantes de cara al futuro. En un momento determinado de su existencia, el Festival de Jazz de Vic decidió tirar por la línea del jazz más experimental y novedoso y este es el camino que parece haber seguido. Hubo unas ediciones que estuvieron marcadas por la calidad de su cartel, sobre todo mostrando grandes propuestas que venían del norte de Europa. Supongo que la crisis afectó el Festival y de rebote su presupuesto, o quizás no, quizás se acomodó. Lo que está claro es que ese cartel no se ha podido mantener y en ocasiones se han presentado y se presentan propuestas menos atractivas y menos punteras. De rebote, el hecho de apostar por esta vía ha empequeñecido el Festival y lo ha minimizado de público. Si encima añadimos que el cartel en muchos casos no está formado por las propuestas pioneras a nivel mundial, dejando de lado las imprescindibles apuestas de futuro, hace que la cosa se tambalee más. Yo no sé cuál es la solución a este estancamiento y acomodo del Festival, pero quizás valdría la pena abrirlo más e incluir más propuestas de jazz en general para que la ciudad y el público se implicaran más. Habría que situarlo en la agenda de los grandes acontecimientos en torno al jazz que se hacen a nivel europeo.