Estirpe Albero

  • Posted on: 21 January 2020
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El pasado viernes, en la Jazz Cava de Vic, actuaba el pianista Jose Carra. Carra presentaba su último trabajo, Diario de Vuelo (Taghrid Records, 2018). Diario de Vuelo es un disco interesante en el que Carra incorpora nuevas sonoridades a su universo, destacando la electrónica. El proyecto nació a partir del miedo del pianista a volar. Después de experimentar con diversas sustancias para disminuir el miedo al vuelo sin obtener un resultado claro, decidió cambiar de táctica y dedicar el tiempo que duraba el vuelo a escribir la música que acabaría formando parte del disco. El resultado es un álbum de 12 temas y según Carra deben escucharse todos seguidos, como si se tratara de un vuelo corto.

Los compañeros de viaje de Carra en este proyecto son Dani Domínguez a la batería y Bori Albero al contrabajo. El directo del trío es muy vibrante, disfrutas viéndolos y emanan un complicidad muy auténtica. Es altamente recomendable. Volviendo al directo que yo vi, me llamó la atención el contrabajista, un contrabajista que no tenía nada que ver con los que estoy acostumbrado a escuchar en lo que podríamos llamar «jazz clásico». Su estilo era mucho más contundente, alejado de estereotipos, se hacía observar. Cuando terminó el concierto, compré el CD y mirando los créditos, vi que se llamaba Bori Albero. Inmediatamente imaginé que tenía algo que ver con Marià Albero, el temprano cantautor, el que después sería una pieza clave en grupos como Patatas Fritas, La Rondalla de la Costa o Sardineta (por citar algunos de los grupos en los que militó). Un hombre interesantísimo al que Serrat dedicó «Per al meu amic». Yo lo conocí en las sesiones de grabación de Rimas Baratas, de Manel Joseph, en el estudio de Xavier Batllés. Después tendría la oportunidad de hablar y disfrutar con su conversación en varias ocasiones. Era un tipo interesantísimo.

Cuando salía de la Jazz Cava, Bori Albero estaba en la puerta fumando, me acerqué y le pregunté si él tenía algo que ver con Marià Albero. Me respondió que era su padre. Fue una sorpresa agradable. Conocía de la existencia de otros Albero pero de Bori no. Nos reímos un rato, salió el nombre de Manel Joseph y otros compañeros del padre. Entre risas recordó la foto que había en su casa, cuando Marià había ganado un Festival de la Canción Catalana imponiéndose ni más ni menos que a Joan Manuel Serrat.