Antonia Sanjuan y el olvido
Solapas principales
El pasado sábado me llamaba Jordi Roura para decirme que Antonia Sanjuan Vidal (1923-2021)nos había dejado. Jordi Roura, aparte de ser un buen músico y un excelente animador infantil ha hecho una tarea monumental en la búsqueda y puesta al día de los músicos catalanes del siglo XX. Roura se mostraba preocupado ante la dificultad de hacer cualquier tipo de recordatorio sobre una figura que ha desarrollado su carrera hace tantos años y en un contexto tan difícil y lejano. Ambos coincidimos en que cuando no hay una relación muy directa es complicadísimo reivindicar una historia en el contexto actual en el que todo debe ser rápido e inmediato.
Acercarnos a la figura de una cantante como Antonia Sanjuan resulta de una enorme complejidad, de entrada porque hay que ponernos en el contexto en el que vivió. Sanjuan era una mujer que desarrolló el grueso de su carrera en los años 40 del pasado siglo. Una mujer que en los años 40 cantaba en los teatros y las salas de fiesta. El hecho de ser mujer ya era todo un handicap que te marcaba de por vida y si a esto le añadimos que desarrolló el trabajo de cantante durante los años más duros de la dictadura franquista no necesitamos añadir más sal al guiso. Su carrera estuvo marcada por el hecho de ser mujer en un contexto que la ahogaba, prueba de ello es que a pesar de disfrutar de popularidad y éxito se vio obligada a abandonar el oficio en tres ocasiones. En 1945, después de haber pasado todo el verano de gira por España -con la compañía alemana Scala de Berlín- su familia la obligó a dejar los escenarios y volver al oficio «digno» de coser pantalones. Atrás dejaba una carrera que se había iniciado un par de años antes y que la había llevado a ser una de las voces femeninas de referencia. Todo había comenzado en 1943, tras ganar un concurso de artistas noveles en Radio Barcelona y posteriormente su hermano la puso en contacto con Sebastián Albalat. En aquellos primeros años Sanjuan se puso el nombre artístico de Lina Dalvy ya que Antonia no le gustaba. Su primer trabajo discográfico fue «La flor de la nieve». La autora de la letra de esta canción es otra mujer, Cecilia A. Mantua, que años más tarde triunfaría con la sardana «La pepa maca» que popularizaría Caietà Renom. Con «La flor de la nieve» Sanjuan alcanzó un enorme éxito y fue en este punto que Sebastián Albalat le propuso entrar en un nuevo proyecto. De los Estados Unidos llegaban con fuerza las Andrews Sisters, e inspirado en estas, Albalat decidió crear una réplica adaptada, las Hermanas Russel. Antonia sería una de las componentes de la primera formación del trío vocal y en las actuaciones en directo se encargaría de ser la solista principal. Esta aventura duró poco ya que Sanjuan decidió centrarse en su carrera en solitario, grabando discos y actuando en directo con las principales orquestas de Barcelona: la orquesta de Amadeu Rovira, el Quinteto Nocturnos, la Orquesta de Bonet de San Pedro o la Orquesta Novedades, por citar las más relevantes. Pero en este punto, tal y como comentábamos más arriba, fue obligada a dejar los escenarios para dedicarse a coser pantalones.
Después de mucho insistir y ante la negativa constante de la familia, encontró un escape en la radio. Cantar en locales nocturnos o hacer giras con grupos estaba muy mal visto para una chica joven que tenía que formar una familia; pero cantar en la radio, en Radio Barcelona, era diferente, la família lo aceptó hasta el punto que también la dejaron actuar en algunos locales exclusivos. Pero esta vuelta duró muy poco porque en 1948 Antonia se casó y tuvo que volver a encerrarse en casa. En 1952 ocurrieron dos hechos que provocaron su vuelta a los escenarios. En primer lugar, el jefe de programas de Radio Barcelona la invitó a volver a cantar en la radio. Y en segundo lugar, su marido, muy condicionado por las dificultades económicas le dijo que aceptase un contrato para ir a Madrid a actuar en el Pasapoga y el Recoletos. Sin embargo, el contexto provocó que en 1961 dejara de manera definitiva el oficio de cantar.
Antonia Sanjuan Vidal nos dejó el pasado viernes, de manera silenciosa, apartada de los focos y con un público que la había olvidado, exceptuando a enfermos de la historia musical como Jordi Roura. Sin embargo, su testimonio, difícil de situar en el contexto actual en el que parece que todo esto queda tan lejos, olvidado, aparentemente superado, queda fijado por el hecho de ser una mujer que desarrolló su carrera en una época muy complejo. Y aunque seguramente ni ella era consciente, su testimonio, su lucha, contribuyó a abrir camino a todas las que vendrían después.